En 1978, cuando Ron Stallworth —el primer detective negro en la historia del Departamento de Policía de Colorado Springs— encontró un anuncio clasificado en el periódico local pidiendo a todos los interesados en unirse al Ku Klux Klan que se pusieran en contacto a través de un apartado de correos, hizo su trabajo y respondió con interés, usando su nombre real, pero haciéndose pasar por un hombre blanco. Imaginaba que recibiría algunos folletos y revistas por correo, y aprendería así un poco más sobre una creciente amenaza terrorista en su comunidad. Pero unas semanas más tarde sonó el teléfono, y la persona al otro lado le preguntó si le gustaría unirse a la causa supremacista. Stallworth contestó afirmativamente, arrancando así una de las investigaciones encubiertas más audaces e increíbles de la historia. Reclutó a su compañero Chuck para interpretar al Stallworth «blanco», mientras él mismo dirigía las conversaciones telefónicas posteriores. Durante la investigación, Stallworth saboteó quemas de cruces, expuso a los supremacistas blancos del Ejército e incluso se hizo amigo del mismísimo David Duke. Su increíble historia es el retrato abrasador de unos Estados Unidos divididos y de los extraordinarios héroes que se atrevieron a defender sus derechos.